MARÍA JESÚS MINGOT



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La sombra del árbol

    

Árbol, tu silenciosa entrega me conmueve.

Tú contemplas el mundo sin moverte de casa.

Una vida secreta hay en tu sombra, que a nadie pertenece.

Bálsamo de los huérfanos,

todo se aquieta en ti

y un aroma de gracia baña el aire.

 

Aunque esa lagartija no lo sepa,

ni tampoco la jara a la que das cobijo sin pedir nada a cambio,

eres nube de tierra bienhechora.

Y cuando un hombre pena,

también busca el retiro que sólo tú procuras.

Parpadean las hojas mecidas por el viento

y se van diluyendo las fatigas.

Se quita el mundo un peso.

Los insectos acuden al festín

que dispensa lo que más necesita quien se acerca al oasis:

levedad en abundancia,

y una tregua esencial para el penado.

El sol puede esperar.

No hay testigos de cargo en esta sombra.